1. 1000-1752

    Se decía en el siglo XVI que se llamó las Nambrocas o las Ambrocas, que puede estar relacionado con los ambrones o ligures. También cabe otra acepción como Amrús, nombre propio árabe, parecido a Mazarambroz, también motivado por ese nombre propio. Sobre su fundación existen 2 versiones, una que fue creado por los moros y otra que eran 2 barrios de Toledo fundados por ricos propietarios en donde tenían sus viñas y majuelos, como en otros pueblos de la Sisla, comarca a la que pertenece. Despoblado uno de los barrios, quedó el otro, llamado de San Cristóbal, que dio nombre a un paraje y un camino.

    Toledo fue conquistado por los cristianos en el siglo XI. Desde ese momento empezó la repoblación de las tierras de alrededor y las que nuevamente fueron conquistadas.

    Parece ser que durante cierto tiempo, al principio, Nambroca pertenecía a la Orden de Calatrava, seguramente por privilegio del rey. De hecho, esta orden está presente todavía con algunas posesiones en el siglo XVI. Exceptuando esta presencia, Nambroca era un lugar de realengo, propiedad del rey a cuya tesorería iban los impuestos o alcabalas generados por el pueblo. Era el rey también, quien otorgaba tierras a sus capitanes y caballeros, como prebenda por los servicios prestados en guerras y conquistas.

    La jurisdicción de Nambroca, así como la de Chueca, Burguillos, Cobisa y Argés, pertenecía a Toledo. A la ciudad correspondía impartir justicia en primera instancia y a su ayuntamiento elegir regidor de estos pueblos. Desde el siglo XV, las apelaciones, tal como sucedía con la capital, correspondían a la Real Chancillería de Valladolid, a pesar de estar los pueblos al sur del Tajo, demarcación que era de la Chancillería de Granada. Entre el rey y el pueblo estaba el Real y Supremo Consejo de Castilla, al que había que dirigir las petiones de clemencia o solicitudes de cambio en los sistemas de gobernación.

    Estos pueblos eran conocidos con el nombre de "Bodegas de Toledo", por ser su producto destinado al consumo de la ciudad imperial. Y es que la única industria de estos lugares era la agricultura, con alguna ganadería marginal. Nambroca no contaba con tierras de buena calidad, así que su principal producción la constituían el vino y el aceite, con bodegas y molinos en la propia localidad. Estos medios de producción, así como todas las tierras, estaban en manos en un principio de vecinos de Toledo que tenían una cuantiosa hacienda en el pueblo, incluyendo necesariamente una o varias casas desde la que se pudieran administrar las siembras y cosechas. Estos grandes propietarios no vivían en estas casas, pues su vecindad en Toledo era muy prestigiosa además de difícil de conseguir, pero necesitaban un número de personas para atender casa y labor. Estos criados tenían una relación casi de esclavitud con sus amos, que así les llamaron durante siglos, caracterizada además por un paternalismo y condescendencia por estos que además les calificaban de pobres miserables sin capacidad para tareas de responsabilidad más alla de la labor en los campos. Como sus propiedades eran heredadas casi siempre por el hijo mayor de la familia, eran conocidos con el nombre de "Herederos".

    Además de poseedores de tierras y casas en los pueblos, estos terratenientes constituían la clase más poderosa política y económicamente de Toledo. Muchos tenían hacienda en varios pueblos cercanos y, además, ocupaban un carggo de relevancia política en el ayuntamiento de la ciudad. Eran regidores, jurados, mayordomos o adminisitradores de las puertas y puentes de entrada de mercancías. Los primeros eran cargos perpetuos y se ocupaban por designación real, previo pago de una cuantiosa cantidad de dinero.

    El gobierno de dichos pueblos lo ejercían uno o dos regidores y uno o dos alguaciles. El sistema de elección de estos cargos pretendía garantizar su integridad e independencia. En el mes de diciembre de cada año, el regidor saliente proponía 2 personas para cada uno de los oficios para el año siguiente, entre los que el ayuntamiento de Toledo elegía uno. No podía repetir una persona dos años seguidos (se llamaba dejar hueco), y tampoco nombrar a un familiar o allegado suyo. El común de los vecinos tenía prohíbido reunirse para acordar cualquier asunto, puesto que esta era facultad de solamente de Toledo.

    Teniendo en cuenta el desprecio que sentían por sus criados, era normal que el regidor de un lugar fuera elegido solo entre los herederos que tenían allí intereses. Podía juntarse pues frecuentemente un heredero el ser regidor de Toledo y de Nambroca y tener frecuente comercio con la ciudad, es decir, contribuía a fijar los precios desde su puesto en el ayuntamiento, y no pagaba el portazgo de entrada de sus mercancías en Toledo, teniendo incluso un aforo de aceite y vino garantizado. Estos factores hacían que la competencia de algún labrador privado fuera muy difícil, teniendo que pasar todo por los herederos. Dadas las ocupaciones del regidor recién elegido, no tardaba ni una semana en nombrar un teniente de regidor que le supliera en ausencias y enfermedades, cargo que recaía casi siempre en uno de los criados o mayorales del heredero.

    Pero, poco a poco y ahorrando con mucho esfuerzo, estos que inicialmente eran los criados de los poderosos herederos, fueron paulatinamente comprando casas y tierras, logrando una precaria autonomía económica. Llegamos pues a 1750 con unas clases sociales diferenciadas, constituidas por los herederos que tenían vecindad en Toledo, los labradores vecinos de Nambroca, criados o jornaleros y unos pocos artesanos (herrero, herrador, cirujano, carretero, panadero y carnicero), además de cura y sacristán, el cual podía también constituirse como notario del pueblo y maestro de primeras letras de los niños. Los vecinos tenían poco más de la tercera parte de casas y tierras, siendo casi exclusivo de los herederos la tenencia de viñas y olivares. Durante un mes los jornaleros podían presumir irónicamente de no ser el último y frágil eslabón de la cadena, puesto que venían las cuadrillas de segadores gallegos, más pobres que ellos, puesto que los salarios eran más bajos y dormían en pajares o establos, además de tener prohibido viajar con sus mujeres. Las clases eran impermeables y no podía haber casamiento entre ellos. Era difícil escalar hacia arriba, pero fácil caer abajo. Eran del común de los vecinos carnicería, fragua, cárcel y prado.

  2. 7/7/1752 Catastro del Marqués de Ensenada

  3. Nambroca en el periodo 1752-1796

    Partimos de una sociedad desigual en que, entre los vecinos, hay un 62% de jornaleros y un 17% de labradores, estando en manos de estos algo más de una tercera parte de las casas y de las tierras, siendo monopolio casi exclusivo de los herederos vecinos de Toledo la producción de vino y aceite. Además, estos se arrogan el gobierno de Nambroca, designando invariablemente a uno de sus criados como teniente regidor.

    Era solo cuestión de tiempo que la situación de vasallaje virtual se revertiera. Para ello se dieron circunstancias únicias e imprescindibles. En primer lugar, surgió a mediados del siglo XVIII una generación con al menos una educación básica, que sin duda fue dada por un maestro de primeras letras con inquietudes, empuje y vocación, y que se juntó con una inteligencia y preparación, se entiende que a base de muchas experiencias y auto didacta. Otro factor fue que un grupo de labradores, siete en concreto, Andrés Rodríguez Valcázar, Francisco de Ancos, José y Francisco Escalona, Martín Marcos, Manuel Manzaneque e Ignacio Bautista, consiguió reunir un capital considerable, fruto de explotar en arrendamiento la dehesa de Montalbanejos desde 1747. Por último, se dio la condición más importante para un cambio, y es el reconocimiento de un líder con empuje, solvencia y determinación: Ignacio Bautista. una ambición desmedida. se rodeó de un pequeño grupo de acólitos, muchos con vínculos familiares con él y, venciendo al miedo a los herederos y al ayuntamiento de Toledo, promovió una serie de demandas ante el Real y Supremo Consejo de Castilla. Ignacio también disfrutaba desde 1759 del arrendamiento de la dehesa de Ablates, junto con Francisco de Ancos y José Escalona.

    Estos nuevos labradores con suficientes recursos económicos para invertir enseguida estuvieron en condiciones de adquirir casas y tierras a los herederos de Toledo. También les permitió tener tranquilidad para afrontar pleitos largos y costosos que pensaron beneficiaría aún más su situación. De este modo, en 1764 Ignacio, con sus socios y algún otro vecino que convence, inicia un pleito para que Nambroca se convierta en villa y pueda tener alcalde y personero (defensor del común de vecinos), así como potestad para reunirse en concejo. La ciudad se opone teme perder el control del abasto de los productos básicos que obtiene de Nambroca. Tras varios años y pérdida de apoyos no lo logra, pero, en 1768, los vecinos logran que el Consejo de Castilla mande que se nombren regidores que residan la mayor parte del año en el pueblo. En 1769 prohíben también que los herederos nombren por teniente regidor a sus criados. Pequeños avances consecuencia de la determinación de Ignacio, aunque hubo otro paso que vino como efecto colateral del enriquecimiento de los labradores y fue que empezaron a comprar casas y tierras a los herederos, haciendo que disminuyera el número de estos y que resultara difícil encontrar uno que aceptara ser nombrado regidor. La mayoría de los propuestos en esos años pedía ser exonerado del cargo por sus múltiples ocupaciones. Alguno también por no residir en el pueblo la mayor parte del año. Así, un poco sin darse cuenta, en 1770 se nombra como regidor a Manuel de la Cuerda, el primer vecino en ostentar la responsabilidad.

    No estaban unidos los vecinos de Nambroca en este pleito. Enfrente, además de los ricos herederos de Toledo, Ignacio se encontró a otros vecinos, mucho más numerosos, que sí temían por su futuro. Entre ellos Tomás Rodríguez Valcázar, padre e hijo, cirujanos ambos y con la misma ambición, aunque más acomodaticios y sibilinos. Surgió de este modo el enfrentamiento entre los “Bautistas” y los “Valcázares”, que llenó el último tercio del siglo XVIII de pleitos y venganzas. Paradójicamente, aun enfrentados, lograron unidos otro avance significativo para el pueblo. En 1766 empezaron pleito para que las dehesas de Mochares, Ramabujas, 800 e Inesas, que habían estado arrendadas para pasto a ganaderos de la zona de Pedraza o a labradores de Almonacid, pasaran a ser arrendadas para labor a labradores de Nambroca. En 1772 el Consejo de Castilla da la razón a los vecinos. Al mismo tiempo, se dio la oportunidad a algunos jornaleros de que entraran en el reparto de dichos arrendamientos, favoreciendo a personas que de otro modo habrían continuado en la dependencia del jornal.

    Este avance económico tan importante y significativo no logró que terminaran los enfrentamientos entre los dos bandos. Tomás Rodríguez Valcázar monta alianza con don Manuel Calvo Arroyo, rico comerciante de la calle ancha recién llegado al pueblo, proponiendo incluso perpetuarle en el cargo de regidor. Los vecinos tenían que luchar contra las coacciones de unos y otros por la dependencia que tenían del jornal de labradores y herederos, además del vínculo directo con sus amos.

    En 1774 pleitean también por dirimir quien podía disfrutar de los pastos del prado concejil. Se cruzan intereses particulares.

    En diciembre de 1776, siendo regidor Manuel de Ancos y puede que por su mediación, otorgan todos los vecinos una escritura de concordia y capitulación en que acuerdan la alternancia en la elección de regidor y que se suspendan los pleitos pendientes entre ellos. De aquí en adelante, cada año el regidor saliente, si es heredero, propondrá dos labradores, y, si es labrador, propondrá dos herederos, para que el ayuntamiento elija uno. Esto no pondrá fin a las disputas, porque cada año se harán alegaciones sobre la dupla propuesta, acusándose unos a otros de designar siempre personas del bando contrario. El ayuntamiento de Toledo al principio trata de mediar, tal como sucedió el último día de enero de 1787, en que se hará la primera votación democrática entre vecinos, aunque restringida a los labradores, en casa de Josef Baquero, eligiendo a Francisco Bautista con 48 votos. Manuel Román Escalona obtuvo 40 e Ignacio Bautista 38. No obstante siguen las protestas y peticiones al ayuntamiento de Toledo, lo que provocará el hastío de sus miembros y que acaben derivando a la justicia estas peticiones. En 1788, hartos también, algunos vecinos neutrales piden que no se nombre como regidor a ningún partidario de los valcázares ni de los bautistas.
    Finalmente, en 1796 hacen nuevas capitulaciones entre todos para acabar con pleitos y disputas.

  4. 1797-1936 Las crisis de precios y guerras

    Al ser la agricultura el principal recurso del pueblo, había una gran dependencia de las influencias exteriores, situación climatológica y plagas. Las sequías o las tempestades cíclicas generaban deudas en los menos afortunados. Así, a finales del XVIII y principios del XIX hubo una gran crisis de precio y abastecimiento de trigo, debida a las malas cosechas, agravada en los pequeños pueblos por la prioridad que tenían sus granos de ser vendidos a Toledo o a Madrid, además de tener que poner ellos mismos sus carros y animales para el transporte, lo que les diificultaba sembrar en sus tierras. En 1803 el ayuntamiento de Toledo llegó a definir un plan de obras para dar ocupación a los jornaleros que estaban en la miseria, algunos indigentes, para que pudieran pasar el invierno.

    Las dehesas sobre las que se ganó el privilegio de ser arrendadas por todos los labradores y algunos jornaleros volvieron a tomarlas unos pocos vecinos, los mejores postores, desde 1797, cuando la arrendaron Francisco Bautista, Antonio de Ancos, don Ignacio Bautista y Gregorio Bautista.

    En 1804 estalló una epidemia en varios pueblos de España. En 1807 vino sequía y una plaga de langosta. A todo esto se unían los impuestos ordinarios y extraordinarios, como los de millones. El precio de la fanega de trigo llegó a los 180 reales y el kilo de pan a 4 reales, más del triple de lo normal.

    Sin dar apenas tiempo a paliar los efectos de la crisis, llegaron los franceses. En Abril de 1808 llegan a Toledo con peticiones de abastos y logística casi inasumibles y urgentes para 11 mil hombres y 3 mil caballos que iban camino de Andalucía. En diciembre vuelven a entrar tropas francesas. En agosto de 1809 se produjo la batalla de Almonacid, produciéndose días antes la destrucción de documentos y el saqueo de bienes en Nambroca, siendo la más significativa la incautación de los bienes de la familia Casaña, valorados en casi medio millón de reales. En enero de 1812 entran nuevas tropas francesas, 19 mil de infantería y 1500 caballos. Abandonan la ciudad en Agosto, produciéndose en Nambroca una celebración con reparto de pan y vino. En noviembre de 1812 vuelven a entrar franceses en Madrid. El resultado fue que el ejército francés esquilmó cosechas y ganados de labor en la ciudad y alrededores para abastecer a sus tropas y Se produjo durante seis meses una evacuación total del pueblo, provocando que las familias menos afortunadas vagaran por los pueblos pidiendo limosna. Algunos no volvieron ya. Otros pocos se quedaron y colaboraron con los franceses, aunque no rindieron cuentas por alegar que fueron forzados. Fue el caso de Gregorio Bautista o Hilarión de Ancos.

    Después de la Guerra de la Independencia, los labradores y herederos estaban empobrecidos por igual. Además, se había reducido el número de unos y otros, siendo la presencia de los últimos casi testimonial. Muchos tienen que vender sus tierras por no poder sembrar ni pagar la contribución. Otros se ven directamente embargados, en particular los que arrendaron privadamente las dehesas. Los más afortunados salen adelante pidiendo préstamos o dilaciones en los pagos. Fue el caso de Manuel de Ancos Bautista, de padres y abuelos labradores de los favorecidos pero que, a diferencia de sus hermanos, por mala suerte y desgracias, pasó a la clase de jornaleros, en la que permanecieron los hijos que tuvo con Melchora y María Manzaneque.

    A partir de 1814 el ayuntamiento de Toledo ya no hace el nombramiento de regidores de Nambroca, siendo Pedro Salamanca el último designado. El rey Fernando VII ordenó que fueran las chancillerías las que lo nombraran a partir de ese momento. En 1833 entra en funcionamiento el cementerio de Nambroca.

    Las guerras carlistas tomaron muchos quintos del pueblo para luchar contra las facciones, descapitalizando así el pueblo de jóvenes. Hay partidas desde 1833 y muy activas en 1834. En 1834 hay una epidemia de Cólera.

    La desamortización de 1836 provocó el último y definitivo cambio en la sociedad pre Guerra Civil de Nambroca. La venta de bienes eclesiásticos, memorias y vínculos causó la entrada de nuevos individuos, muchos de ellos provenientes de otras partes de España, y que concentraron grandes propiedades en Nambroca. Son los casos de Romualdo Novales, Juan Manuel Esparraguera o Diego Nicolás Fanjul. Simultáneamente, algunos vecinos labradores aumentaron su hacienda para encabezar la lista de los mayores contribuyentes del pueblo, constituyéndose también en la nueva clase dirigente del pueblo, como los casos Aquilino de Ancos o Aureliano Salamanca. Eran los nuevos amos, los cuales, como en la obra “Animales en la Granja” de George Orwell, emularon a los antiguos amos de sus antepasados.
    Todas estas desigualdades fueron el caldo de cultivo que desencadenó en la sin razón de la Guerra Civil, en que unos hicieron pagar a los otros los años de desigualdades y estos les devolvieron la moneda.

  5. 18/7/1936 Guerra Civil Española

    La mayor parte de la información que se muestra aquí en modo de eventos cronológicos está sacada de documentos de uno y otro bando, pudiendo llegar a ser contradictoria. Existe mucha más del bando vencedor. Como en toda guerra, prima siempre la propaganda, de modo que tiene la credibilidad que le queramos dar. Se han omitido las acusaciones personales y narrativa de delitos de sangre que puedan causar problemas en la convivencia actual.
    La mayor fuente de información han sido las notas y el libro de José María Ruiz Alonso sobre el Frente Sur del Tajo, altamente recomendado. Las fotos son la mayoría de la página Toledo Olvidado.
    Es posible y deseable que en el futuro se puedan añadir a esta historia las fuentes orales del pueblo.